
¿Se deberían utilizar la temperatura y humedad interior para ayudar a reducir el riesgo de transmisión del COVID-19?
En el caso del COVID-19, las primeras medidas para reducir las concentraciones del virus en espacios cerrados son usar mascarillas, practicar el distanciamiento físico y reducir los niveles de ocupación. Mejorar la ventilación es una estrategia adicional de prevención. En el caso de los sistemas de ventilación, aumentar el aire del exterior por encima de los requisitos mínimos del código, aumentar la ventilación total y aumentar la eficiencia de filtración son prácticas más eficaces para controlar la transmisión de enfermedades infecciosas que controlar la temperatura y humedad interiores. Sin embargo, el uso de la temperatura y/o humedad para reducir el riesgo de transmisión de la enfermedad debería considerarse caso por caso teniendo en cuenta el cerramiento del edificio, las capacidades del sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC), el nivel de control y/o automatización del edificio, las tasas locales de transmisión del COVID-19, las características clínicas particulares de los ocupantes y el clima local.
Tanto la temperatura como la humedad pueden influir en la transmisión de enfermedades infecciosas, incluido el COVID-19, pero esa influencia tiene limitaciones prácticas. La investigación sobre el impacto de la temperatura ha demostrado que el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, es sensible a las temperaturas elevadas, con una inactivación superior al 99.99 % si es expuesto apenas unos minutos a temperaturas de 70 °C (158 °F). Sin embargo, esta temperatura está muy por encima de los límites confortables para el ser humano y podría dañar algunos de los materiales del edificio. Aunque las temperaturas inferiores a 70 °C (158 °F) también son efectivas, el tiempo de exposición requerido para la inactivación aumenta a medida que la temperatura disminuye. Por lo tanto, las temperaturas elevadas ofrecen el potencial de descontaminación del virus del SARS-CoV-2 en el aire o sobre las superficies, pero el uso de una mayor temperatura meramente con fines de descontaminación no suele recomendarse y no resulta realista para espacios ocupados. Otra consideración importante es que cuando la temperatura del espacio es elevada, el nivel de humedad relativa correspondiente disminuye.
La evidencia actual no es convincente con respecto a que la humedad pueda reducir significativamente la transmisión del SARS-CoV-2 más allá del nivel que ofrece una buena ventilación y filtración. Algunos estudios de investigación han demostrado que es posible reducir la supervivencia de los virus, incluidos los coronavirus humanos, cuando la humedad relativa se encuentra en el rango de 40-60 %. No obstante, las reducciones son modestas y hay valores atípicos en estos hallazgos. En consecuencia, ni la ASHRAE ni los CDC recomiendan incorporar la humidificación con el único propósito de limitar la transmisión del COVID-19. Aunque no afectan la transmisión, hay estudios revisados por pares que sugieren que evitar la sequedad excesiva en el aire podría ayudar a mantener la efectividad del sistema inmunitario del cuerpo humano.
Algunos sistemas de HVAC pueden controlar activamente tanto la temperatura como la humedad. Sin embargo, la mayoría de los sistemas de HVAC no cuentan con capacidades exclusivas de humidificación. Durante los meses más cálidos se produce cierto grado de deshumidificación como subproducto del enfriamiento del aire cálido y húmedo por debajo de su punto de rocío, lo que hace que el agua se condense fuera del aire. La capacidad de limitar los bajos niveles de humedad al incorporar vapor de agua en el aire de suministro seco es menos común.
La mayoría de los edificios actuales residenciales y comerciales ubicados en climas fríos no están construidos para resistir la corrosión y la acumulación excesiva de humedad que pueden producirse a raíz de la humidificación a largo plazo de todo el edificio. Si se utiliza la humidificación adicional durante el invierno para mantener el confort y evitar la sequedad excesiva de las membranas nasales y oculares, primero debe analizar el cerramiento del edificio para verificar que la condensación y la acumulación de humedad no se conviertan en un problema. La Norma 160 de la ASHRAE (Criterios para el análisis del diseño de control de humedad en edificios) ofrece una guía para el análisis higrotérmico del cerramiento de edificios. En el caso de los edificios comerciales que están correctamente construidos para permitir la humidificación a largo plazo, y que cuentan con capacidades de humidificación ya instaladas, no hay motivos para no humidificar el aire a niveles confortables durante los meses de invierno.
En entornos residenciales, se pueden utilizar humidificadores portátiles para habitación para lograr un mayor nivel de confort y reducir los niveles excesivamente bajos de humedad relativa. En estos casos, use humidificadores con humidistato incorporado y controle que el nivel de humedad relativo sea del 40 % aproximadamente. Los niveles de humedad más elevados no son necesariamente mejores y pueden provocar la proliferación localizada de moho, hongos y otros problemas de calidad del aire interior de larga duración. El mantenimiento y la limpieza de los sistemas portátiles de humidificación son muy importantes. Cambie a diario el agua del humidificador, y realice el mantenimiento y la limpieza del humidificador conforme a las recomendaciones del fabricante.
